viernes, 2 de octubre de 2009

Un pacto para vivir.

Estoy demasiado sensible últimamente, a las mujeres les molesta el tiempo al pedo, y creo que yo ya tuve bastante de ése. Ya me conté todos los pelos de la argolla, me depilé 4 veces los bigotes, fui a la peluquería dos veces en una semana, estoy a punto de parecer un caniche toy. Prácticamente no tengo uñas que comerme, y practiqué todas las recetas de lemon pie habidas y por haber.
Necesito buscar un trabajo urgentemente, lo que pasa es que soy tan decente que si lo encuentro lo voy a devolver *cuack-cuack* no nací para ser ama de casa, definitivamente es un punto que he decidido. Estos cuatro meses de oceo que me he tomado me sirvieron para darme cuenta de algo que mi percepción no había captado, y es que me gusta la libertad, me gusta trabajar, me gusta conseguir las cosas por mí misma. Y es genial, si fuese mi propia madre me estaría dando un gran abrazo. Si fuese otra mujer me enamoraría de mí misma, y si fuese hombre me propondría casamiento ya. Bueno dejando de pelotudear creo que la frase del año sabático es totalmente errónea, en unos pocos meses te das cuenta que estas tan al pedo que serías capas de ponerte a hacer souvenirs en cerámica fría como las viejas que gozan de alpedismo total del cual renegás. Digo, no es tan típico de viejas chotas dedicarse a la cerámica fría? Llegan a un momento en el que el baño está limpio, la cama la tendieron y destendieron seis veces, te diste cuenta que tus amigas están cansadas de hablar por teléfono con vos, la lana está cara para ponerte a tejer y tu marido está apurado para ir a encontrarse con su familia anónima, de la cual, toda la tuya lo sabe, incluso las vecinas, pero no te lo dicen. Entonces qué pasa? Sí, vas a la pinturería y te pedís un kilito de cerámica fría para moldear.

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